Poder envejecer en casa, en el entorno familiar, es una opción preferida mayoritariamente y parte del plan de vida de muchas personas.
En este artículo hablaremos de las posibilidades para hacer realidad esta alternativa, aportando información sobre algunos recursos de apoyo y recomendaciones para promover la autonomía en el hogar de forma segura y que fomente la calidad de vida, también ante un diagnóstico de Alzheimer o de otra causa de demencia.
Índice de contenidos
Envejecer en casa es posible y es la opción preferida por el 70% de la población española
Envejecer en casa ante un diagnóstico de demencia
Recursos sociales que hacen más fácil envejecer en casa
Envejecer en casa es posible y es la opción preferida por el 70% de la población española
La encuesta realizada por la Fundación Pasqual Maragall en 2019-2020, sobre las actitudes y percepciones de la población sobre el Alzheimer y su impacto, refleja que “el 72% de los entrevistados manifiesta que le gustaría ser cuidado por su familia y permanecer en su hogar el máximo tiempo posible, pero que, cuando no pueda valerse por sí mismo, querría ser trasladado a vivir a una residencia (70%). Sin duda, envejecer en casa es la primera opción para la mayoría de la población.
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Esta alternativa prevalece frente a la institucionalización, hasta que la exigencia de los cuidados y el estado de dependencia no sea sostenible en el hogar para los familiares. En tal caso, la mayoría de las personas encuestadas indica que preferiría el ingreso en una residencia.
Envejecer en casa ante un diagnóstico de demencia
Ante la manifestación de demencia, que es la principal causa de dependencia en la tercera edad, la disquisición sobre envejecer en casa o no cobra matices específicos. Ante las múltiples consideraciones que se deberán barajar, podemos destacar las relativas a la calidad de vida, tanto de la persona afectada como de quien cuida de ella.
La calidad de vida de la persona con demencia
Envejecer en casa puede favorecer la sensación de seguridad de la persona con demencia por la familiaridad de su entorno, evitando además el desarraigo y contribuyendo a preservar los recuerdos vinculados a la propia historia de vida.
Ello puede fomentar su bienestar emocional y facilitar el control de los síntomas conductuales que suelen acompañar a los cuadros de demencia, debida a Alzheimer o a otra causa. No obstante, aunque el entorno ejerce una clara influencia en el control de los síntomas de la demencia, son muchos los factores que contribuyen a su evolución clínica.
La calidad de vida de la persona cuidadora
El cuidado de una persona dependiente y, particularmente, cuando las capacidades cognitivas están afectadas, suponiendo una necesidad constante de supervisión y ayuda, es una tarea muy absorbente. También es, a menudo, desbordante para quien asume la principal responsabilidad de ello, desarrollando a menudo el llamado “síndrome de la persona cuidadora”.
En pos del éxito del envejecimiento en el entorno domiciliario, particularmente cuando la dependencia de terceras personas es creciente, es fundamental que las personas cuidadoras atiendan también a sus propias necesidades para tratar de minimizar el impacto en su salud física y psicológica, algo que se persigue desde programas de atención a personas cuidadoras como los que, en el caso del Alzheimer, se ofrecen en la Fundación Pasqual Maragall.
Recursos sociales que hacen más fácil envejecer en casa
Es muy importante conocer de qué recursos sociales y asistenciales se dispone para facilitar la permanencia de las personas mayores en su propio domicilio. Recursos como los centros de día para personas mayores o los servicios de ayuda domiciliaria se convierten en aliados fundamentales ante tal objetivo. Veamos lo fundamental de algunos de ellos:
Servicios de ayuda domiciliaria: ofrecen servicios preventivos, educativos, asistenciales y rehabilitadores, con el objetivo de promover el bienestar físico, psicológico y la socialización para facilitar la permanencia de las personas mayores en su entorno habitual. Entre sus valiosas funciones destacan:
Proporcionar ayuda para la realización de actividades de la vida diaria, sean básicas como la higiene personal, comer o vestirse, o actividades más complejas, como gestiones cotidianas.
Ofrecer apoyo psicológico y social mediante servicios de acompañamiento, especialmente a aquellas personas que carecen de un contexto familiar cercano o propicio, siendo más vulnerables frente a la soledad no deseada.
Proveer de servicios de estimulación y rehabilitación, ya sea motora o cognitiva, dirigida a preservar las capacidades por más tiempo, postergando en la medida de lo posible la dependencia funcional.
Dar cobertura a necesidades básicas mediante servicios a domicilio de comida preparada, lavandería, o limpieza del hogar, entre otros.
La teleasistencia: favorece la autonomía personal gracias a las nuevas tecnologías, como las consultas médicas por videollamada, la monitorización de las personas mediante cámaras y sensores de movimiento, dispositivos de geolocalización o la detección y gestión de situaciones de emergencia, como caídas u otros accidentes.
Adaptaciones de la vivienda: es posible promover la autonomía y garantizar la seguridad de las personas mayores realizando ciertas adaptaciones en el hogar, sin que pierda su esencia de familiaridad. Hablamos de actuaciones dirigidas a:
Eliminar posibles obstáculos que faciliten caídas o accidentes, especialmente para personas con movilidad reducida y/o afectación cognitiva (en baño, cocina, el dormitorio).
Adaptar la iluminación para eliminar áreas de penumbra y modular su intensidad según el ciclo vigilia-sueño.
Simplificar el entorno eliminando objetos no indispensables o poco significativos para la persona.
En resumen, de forma objetiva no existe una mejor o peor fórmula sobre el lugar donde envejecer, puesto que la decisión final estará condicionada por múltiples factores y las particularidades de cada caso. Aunque envejecer en casa es la opción mayoritariamente preferida, las personas suelen supeditar tal decisión a matices en función de su condición de salud. Por ello, en la medida de lo posible, es muy importante tratar de cumplir los deseos de las personas mayores sobre dónde envejecer y cómo ser atendidas. Aunque actualmente puedan tener sus capacidades cognitivas para expresarlo, tal vez lo indicaron fehacientemente cuando sí tenían preservada la facultad de decisión, quizás, en su testamento vital o documento de voluntades anticipadas.